sábado, 25 de abril de 2009

Des-prostitúyeme

No dejes que la miel de este mundo me atrape. Que los sabores de la comodidad abrasen mi nervio. Ni que la primavera me absorba con sus tentáculos. Es el dulce paisaje que acompaña la lucha, pero déjala solo en eso. Que no me conquiste. Ni su sol ni tus calles. Nada de ofertas culturales. Nada de fascinaciones arquitectónicas. Busco la otredad que reivindica Kapuscinski.

Devolví hace poco el Ébano que me acercó a tí por primera vez. Hace menos te evoqué de nuevo a través de Heródoto. Esas tierras que a tí te fascinaron se acercan a mí a través de la llama del más allá. Puedo analizar los porqués. Del Madrid que no terminar de llenarme. De una vida ya llevada a la que me resisto a caer de nuevo. Aunque a veces me pregunte si con ello dejo escapar una parte de esa mi época capitalina.

Mi fascinación va de la mano del otro. Otros mundos, otras lenguas -cada vez más-, otras experiencias. Más y más fuertes. Tan duras que a veces sienta que deberé volver para tomar aire. No me fascines. Occidente, que horriblemente te llaman, líberame. Suéltame de esos pensamientos de querer un hogar. De querer la estabilidad. ¿Y la soledad? ¿Qué haremos con ella?

Tan necesaria para escribir, para estudiar, para sanarse de las heridas de conocimientos que se escapan al tiempo que deberíamos dedicarles. ¿Qué hacemos para manejarte? Te necesito tanto como resultados necesito abarcar. Y sin embargo, puede que tu tentación suponga el rechazo de cantos de sirena. ¿Cómo hago para darte sitio en esa necesidad mía de sentir? Si sólo las personas brindan, de mano de las letras, la esencia de ese don?

No he llegado todavía a comprenderte. Tu peso por ahora certifica una opción. Una época y una elección. Siento miedos. A no ser, a dejar escapar. Aunque menos. Rebajados a los de hace un tiempo. Brindo por la apuesta. Aunque la apuesta sea un pasaje. El billete a algo. ¿Y si mientras espero esté prostituyendo mis ideales? Quisiera rozar el techo de los sueños. Quiero hacer el camino más fructífero. Las cosechas son simplemente esto. Sólo que no estoy segura de que haya una fecha para los frutos.

Se me cruzan los cables de la confianza y del miedo. Decido que no puedo decidir. Por ahora. ¿Será eso prostituirse? ¿dejará huellas la subsistencia? Reivindico la esencia del aroma que me llevó aquí. Y cuando le doy un espacio, siento que llena mis pulmones. No te vayas. Recuérdame siempre que me acompañarás. Y que lo otro...es sólo camino que debe recorrerse...