domingo, 8 de agosto de 2010

Africania

Sisoko escribe con dificultad su nombre. También con dificultad habla español, a pesar de que hace ya 10 años que pisó por primera vez Barcelona. Sereno, como buen embajador de este continente donde la prisa parece formar parte del cajón de los bienes escasos, vive desde hace media década en Ivars, una población de apenas 1.700 habitantes en la provincia de Lleida. Hijo de Mali, arrastra consigo gran parte de la esencia africana mientras otra parte de él se hace adepto, lentamente, a ese sistema denominado capitalismo.

Amante de su país, donde considera que la libertad es el bien mejor preciado, Sisoko llegó a Cataluña hace 10 años después de una larga travesía. “Viajé desde Mali a Marruecos en autocar. Una vez allí pagamos a un marroquí para que nos hiciera entrar a Ceuta”, relata este maliense, de 37 años. El pago no era otra cosa que la autorización a cruzar una frontera de alambre bajo la mirada permisiva de un militar.

Entonces, en 2000, la libertad le costó a Sisoko 140 dirhams, o lo que es lo mismo, 12.5 Euros. El precio por corromper o lo que es lo mismo el billete hacia otro continente. Entrar en Ceuta era el primer paso de una cadena de compra-venta de favores para poder llegar a España. “Teníamos un contacto en extranjería que nos ayudó con los papeles”. Papeles, la palabra que ilustra los nuevos tiempos, esos en los que el tejido humano parece importar menos que los documentos. Existen de varios tipos pero sobre todo prima una dualidad: los ‘Con papeles’ y los ‘Sin papeles’. Detrás de una cartilla…personas. ¿Personas?

Tras seis meses en Ceuta, Sisoko logró que le dieran la residencia española. Fue un proceso largo durante el cual guardó su pasaporte bajo llave. “No lo enseñé porque el mío no era un país en guerra, por lo que hubiera sido más difícil conseguir salir”. Trucos, artimañas para lidiar con el sistema. “Una vez obtuve la residencia me preguntaron si tenía conocidos en España. Les dije que sí”. Como en tantos otros ejemplos de migraciones, la huida de Sisoko llegaba impulsada por contactos de familiares instalados ya en la península. Los pioneros suelen abrir puertas también en el extranjero.

“El Gobierno pagó para que nos llevaran hasta Barcelona. Una vez allí distribuyeron a la gente. Tú te vas a Almería, tú te quedas en Barcelona. Yo iba a Lleida, donde vivía mi hermano hacía cinco años. Nos dieron 5.000 pesetas a cada uno y nos dejaron libres”. Con una pequeña parte de esa cantidad logró llamar a su hermano, montarse en un autobús y llegar al centro de Cataluña.

Sin tener la mínima idea de español, Sisoko se atrevió a deambular por la provincia en búsqueda de un empleo. Llamó a varias puertas, muchas de las cuales se cerraron tras su paso. Otras le abrieron oportunidades de trabajo temporales. La fruta le dio de comer durante algunos meses. “Pero yo quería trabajar en una fábrica. Es importante trabajar en una fábrica”, revela convencido. Lo consiguió cinco años después de llegar a Cataluña. En Mali trabajaba en el campo y en ocasiones ayudaba a su padre. “Él tenía una granja de vacas. Vendí seis para poder pagarme el viaje hasta aquí”, relata.

Es domingo y Sisoko me cuenta todo esto mientras sus compañeros recién se levantan. Vive con otros colegas de trabajo. El balance de los últimos tiempos parece positivo para él en lo profesional. Ha logrado mantener su empleo, ganarse la confianza de los jefes y comprar dos pisos.

Acumula diariamente horas de trabajo que luego se transformarán en transferencias bancarias. Sabe que los periódicos hablan de una crisis que también a él le ha conseguido inyectar miedo. Un pánico capaz de aplazar la voluntad de traer a su familia.

En lo personal Sisoko forma parte de esa estirpe de individuos sumisos a la injusticia de nacer en un sitio y no en otro. Es afortunado porque pudo huir de un país pobre. Porque tuvo quien le orientara. Porque pudo pagarse el pasaje a la libertad. Y porque con las horas trabajadas hoy puede pagarse el sueño de ir mañana a visitar a su familia.

Su suerte, no obstante, es también su desdicha. Porque -a diferencia de quienes miramos por la ventana del avión con las ansias de experiencias- él no asimila el viajar con el placer. Porque los lazos familiares que algunos rompemos solo por voluntad se convierten en él en imposiciones de supervivencia. Porque se ha visto obligado a sustituir el afecto de los más cercanos por billetes. Papeles, de nuevo papeles. Símbolos de un nuevo nuevo (viejo) orden mundial donde las caricias se transmiten por teléfono.

Como Sisoko Ivars acoge más de una veintena de africanos, algunos de los cuales deambulan durante todo el día por el pueblo. De noche la brisa los lleva a retar el sueño en la plaza principal del pueblo, donde se encuentran nacionales y extranjeros. Los primeros sentados dentro, intercalan sonrisas con cervezas. Los últimos también sentados, se sitúan fuera. Igualmente acompañados de amigos. Casi nunca con bebida. Separados entre ellos.

Miro la escena mientras recuerdo el lamento de Sisoko al hablar de su vida en el pueblo. “Vas conociendo algunas personas pero hay mucha gente que no te habla, muchas personas que no te saludan. O lo hacen una vez y luego ya no vuelven a hacerlo”. Y añade contundente. “En África cuando saludas a una persona una vez ya es tu amigo”.

Desde que entrevisté a Sisoko algunos días observo detenidamente algunos de los inmigrantes que viven en el pueblo. A menudo hacen sonreír a Max, el pequeño de la casa. Miro en ese momento sus ojos, donde la ternura no entiende de diferencias culturales. Y me doy entonces cuenta que las fronteras jamás podrán borrar lo más inherente al ser humano…el impulso por regalar afecto, la necesidad de ser y de sentir…

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Nena, m'has posat la pell de gallina....bufffff!!!!!! Quina llàstima que amb l'edat posem tantes barreres a la diferència (visca a frescor innocent dels nens), i que mai sapiguem la complexitat d'aquestes vides que ens rodegen silencioses.....

mil petonets, no tardis a venir a visitar-me, que tinc ganes de tu!!!!
muaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
Muri

KALIMA dijo...

Gràcies carinyo!
Per llegir-me i pel comentari!!
Vindré cap a finals de mes crec. Així que aviat ens gaudiremmm molt molt!!
Petonsss