jueves, 1 de enero de 2009

Llegó, se vivió, a veces se fue y otras se quedó. 2008

Ayer terminó un año para dar la bienvenida a otro. No sabemos qué nos deparará, aunque podamos intuir la dirección que tomarán algunos eventos. Puedo imaginar que será el año en que viviré más que nunca mi personal incursión en los países en desarrollo, a través de ese postgrado en el que me sumergiré a partir de enero. Que sentiré más cerca y más fuerte Palestina, el Sáhara, Afganistán y, en general, el Oriente Próximo, des de otra perspectiva diferente a la mediática.

Que me seguiré indignando con una crisis muy económica y muy poco humana que prolifera cuanto más se pronuncia. Que conoceré Ginebra con las ansias de las ciudades que se postergan entre los destinos marcados en la agenda de las viviendas. Que viviré el despertar de la primavera en ese Madrid hoy helado mucho más intensamente que otros abriles. Que pelearé por ese objetivo declarado que es el puente al trampolín de los que quieren vivir para contar historias con el rigor de las verdades que existen siempre sólo a medias.

Que intentaré, una vez más, robarle tiempo a los de fuera para dárselo al gusanillo de aquí dentro que reclama letras para meditar como absorber todo. Que seguiré gozando, como nunca, de la vida que hay en mi sobrino. Y de la nueva vida que está en camino. Que tendré que decidir si la senda es América Latina o la curiosidad me arrastra a África. Que me prometeré superar el miedo a atraveserse a ser más y mejor. Que deberé combatir contra los que prefieren creer en la desidia que en las posibilidades de lo imposible. Y sobre todo que intentaré vivir, a veces con la sabiduría de las experiencias pasadas y otras, intentando alejarlas para que no me muerdan tanto como para quedar vacía de energía.

Atrás queda 2008. Un año de impases. De inicios y de finales, a veces demasiado repentinos. De cambios, en definitiva, que no siempre asimilé fácilmente. Fue el año en que tomé un avión de no regreso a un país que marcó una y muchas pasiones. A las letras, ante todo, a algunos cuerpos también, a una forma de vivir, sobre todo. Fue el año en que aprendí muchas formas de no hacer las cosas y empecé el único camino que he decidido recorrer en dirección a USA. Una época de definiciones, hacia lo que descarto porque ya fue vivido y lo que aún repitiéndose mil veces quiero tener a mi lado. De escoger amigos y experiencias. También trabajos.

Fue un año de grandes viajes. Hacia las culturas pre-incas del norte de Perú, la selva de Tarma, las calles de Quito y de Cajamarca, las iglesias de una ciudad alemana que me recordó que en medio de la oscuridad, el viaje siempre da perspectiva. Y el salto a Madrid, esa nueva ciudad a la que encargo la tarea de recuperar la estabilidad que necesito para poder volver a violar, luego, sus normas. La ruptura con la Barcelona del pasado de la que necesité separarme para serle fiel a ese antes y después latino.

El año de Juan Rulfo, de Vargas Llosa, de Paul Auster, de Galeano (gracias a tí, Lidia, siempre cercana), de Juan Cruz, de más Saramago, de Juan Millás y su mundo. De los viejos y grandes amigos robados a Italia y Irlanda con los que diciembre me regaló. De la descubierta de algunos cantautores y otros poetas, mil palabras orefcidas por grandes amigos. Ayer se fue 2008. Como todos los años pasados se fue para siempre. Pero fue vivido con la única intensidad con que me autorizo a vivir. Y hoy deja atrás algunas cosas que se fueron y otras que quedarán para siempre.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Se quedó. Vaya que se quedó...y está más fuerte que nunca.

Anónimo dijo...

Un cambio de año también obliga al cumplimiento de ciertas promesas:
Ella dijo:
-Prométeme que si un día me extrañas tanto que ..., vendrás a buscarme dondequiera que esté.
Él dice:
-Eso estoy haciendo.
Sí, el 2009 trae cosas buenas.
Buen post, como siempre.

lgg dijo...

Niña, como siempre me emocionas... Al leerte, me identifico y te identifico... me gusta formar parte de tu mundo, de nuestro mundo, jajaja.
Creo que para mi este año ha estado marcado por el AMOR en mayúsuculas, esa amistad por encima de todo. Y también por la lucha interna, las dudas y las decisiones.
A ver que nos depara este nuevo año... qué emoción!
Te quiero!!!
Lidia