martes, 15 de junio de 2010

La perfecta imagen

Acostumbraba a ser más alto, más fuerte, a brillar con mucha más fuerza. A inspirar a quien se atreviera a mirarlo. No era fácil. Cargaba tanta luz que solo algunos, de ojos penetrantes, podían aguantarle la mirada.

Era desafiante, orgulloso podría decirse. ¿O sería que así queríamos verlo?. Erguido, en las horas de su mayor inspiración, transmitía una fuerza comparable solo a la de las olas.

Capaz de opacar a cualquiera que se atreviera a enfrentarle la mirada. Hasta que de repente tembló. Se quebró algo, en lo más alto, en lo firme de su personalidad. Perdió fuerza, sutil al inicio, más grave con los minutos. Flaquearon las extremidades.

Se debilitó su respiración. Nada alarmante para quienes no lo conocieran. Incluso agradable tras las explosiones de su energía. Un mar en calma. Acompañado del suspiro de la brisa. Esa que le llegaba ahora tras horas de gloria.

Decaía. Ya nada procedía con lentitud. Perdía intensidad. No sin dignidad. Más bien al contrario, la nueva luz le daba un aire irreconocible. El rostro más fascinante de quien revela que el orgullo no era vanidad sino excelencia. Vigor en estado puro.

Belleza incluso. Últimos instantes. Reflejos de lo que fue no hacía tanto. La mirada flexibilizada. La sonrisa en paz. El merecido descanso. Un parpadeo que todo todo lo recorría. El mundo peinado. Una vida atrás. Y entonces…el último suspiro…

La última manifestación antes de una nueva luz...

La perfecta imagen del ocaso…

2 comentarios:

VanAlex dijo...

Que bueno que haya tomado la pluma de nuevo.
Me encantan estos ensayos.
Felicidades!
Iván.

KALIMA dijo...

Muchas gracias Iván!
Siempre es un placer regresar a las letras!! Qué bueno compartirlos con usted!