Difusos en formas diversas, escondidos entre el paisaje urbano, llegan. Vienen cuando más necesitas recordar el sabor del aire, cuando el camino se volvía tortuoso, cuando podía revivir el miedo. Aparecen. Se asoman casi sin pedir permiso, de la manera más sutil, sabiendo que no los llamaste. Y que por eso, los confías más.
Llegan para recordarte la mirada interna. Para asegurarte de que hace mucho que topaste contra la corriente. Para ayudarte a enfrentar el vértigo. Cascadas de sensaciones convertidas en orden en el momento que aparecen. La facilidad de transmitir. De admitir. Poder reconocer el miedo. Saber identificar el valor.
Llegan. Sin ningún llamado. Sin la garantía de quedarse. Más que el tiempo que los necesites. Usan las palabras como instrumento. La letra como excusa. Mientras de fondo, te remiten a la certeza de que conoces el camino. A la convicción de que algunos senderos son solo la forma de regresar más firme.
No dudan.
Escuchan.
Atentos.
Conocen la fórmula
Escondida solo tras la tormenta
Te sienten.
Te reviven.
Amigos...
Cómplices...
Desconocidos...
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2 comentarios:
amarillos???
ya era hora del regreso...
Y era hora!! Y es increíble porque cuando vuelves a abrir la puerta a que entren, no dejan de sorprenderte, de aparecer en diferentes sitios, de formas distintas. El último post va en parte por tí y por haberme 'rescatado'.
Loves you!
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