martes, 18 de noviembre de 2008

“No hay héroes sin acción”


Me despierta más antipatía que simpatía por muchas de sus opiniones políticas e incluso filosóficas. Me ha indignado, a menudo, con algunas de sus sentencias sobre ese sentimiento tan complicado que son los nacionalismos. Pero hoy le escuché dejando en las frías calles de Madrid esos prejuicios que necesité abandonar también para leer y enamorarme de cada novela de Vargas Llosa. Y la verdad es que el esfuerzo valió la pena.

Robándole minutos a la campaña de promoción de su obra, “La Hermandad de la Buena Suerte”, ganadora del último Premio Planeta, Fernando Savater acudió esta tarde a la Casa Encendida para hablar de algo que considero lo más lejano a la política: los viajes. La aventura del descubrir. La acción de los múltiples despertares. El espacio de los apátridas voluntarios. Ese mundo donde “No hay héroe sin acción”, sentenciaba el título de la conferencia.

Savater empezó hablando de la intencionalidad, ésa que empuja a la aventura y le da el auténtico sentido. Que no entiende de kilómetros ni de logros sino de convicciones personales. “No importa lo que uno hace sino aquello que cree que está haciendo”. Es el irónico sabor de la percepción, de la experiencia que se vive aquello que le da el sentido real. “El verdadero viaje es el que hacemos imaginándolo”. En los preparativos al será... En el soñar, “que no es una forma pequeña de viajar”, lanzó el filósofo. Y remató después, con esa frase de R.L. Stevenson:

“Viajar con esperanza es mejor que llegar”

¿Viajamos, entonces, para soñar? O ¿soñamos el viajar? Sea cómo sea, viajó Ulises, viajó Dante, viajaron los protagonistas de Tolkien, viajó Cortázar en “La vuelta al día en 80 mundos”, viajaron los grandes autores y viajamos todos, aunque sea una sola vez, señaló. “Porque nacer es ya llegar a un país extranjero”.

Y entre esta llegada y la partida inevitable -“la gran aventura de ir al otro mundo”- se pasean las tentaciones, las maletas, los destinos idealizados, las imágenes enfrascadas en postales y “los riesgos de no volver”… Experiencias todas ellas que no son sino “una metáfora del nacer”. Una forma de obligarse a mantener “la perpetua infancia”. Vivencias, todas ellas, que se hacen “a despecho de la muerte”.

Y aunque ese último viaje, que no es sino “partir mucho”, marque el momento más trascendental de la vida, no dejan de ser las aventuras “que ponen en peligro el alma”, las más auténticas, comentó. Ésas donde no entran en juego los kilómetros ni los trenes. Porque pueden sacudirte con la misma intensidad que los trayectos a los destinos más exóticos. Porque ponen a prueba tu integridad y tus valores, tu moral y tus creencias. “Porque son trastornos que vienen del espíritu”, clausuró.

Ya en el turno de preguntas, Savater habló de la rutina, ese “mecanismo de auto-defensa”, que en épocas nos “permite descansar del estrés de la novedad” y experimentar “otras cosas como el cariño o el estudio”. E irónico, bromeó que “incluso Tarzán necesita cuando llega a casa descansar de ser Tarzán”. Pues, considera, además, que “un viaje perpetuo, sería un perpetuo exilio” porque, en realidad, “nos vamos para regresar”.

4 comentarios:

lgg dijo...

Qué bueno, chiquilla. Justo en estos momentos donde defiendo tanto "el viajar" frente a compañeros y compañeras que no entienden qué significa para mí, para muchos. Completamente de acuerdo, en el que se viaja para regresar, si no, tendría otro nombre.
Yo también pongo en un interrogante bastante grande a este personaje, pero hay que reconocerle algún mérito, no?

Lidia dijo...

Que estaba escribiendo con las señas de "mi otro blog" (es parte de una asignatura del máster). A ver si puedo cambiarlo...
Besets

Anónimo dijo...

Vargas Llosa... ¿¿y eze quien ez??

La incurrta.

Anónimo dijo...

Pues yo creo que habría que hacerle caso a varguitas en por lo menos cuatro cosas, no?
A ver si nos dejamos de fundamentalismos, que las palomas se pudren a medio vuelo, dijo el poeta...