viernes, 28 de noviembre de 2008

Quédense y vean


Siéntanse en el sillón de la sorpresa. Apaguen todas las expectativas que todavía limitan su imaginación. Predispónganse a no esperar nada. Y prendan el TV. Lo más cómodos que puedan. Y a cierta distancia del aparato familiar. Para que las ondas de la vergüenza no les afecten demasiado la perspectiva. Y observen. Porque la noche promete espectáculo.

“Dale, Jordi, sigue así, que se está viendo muy bien la entrevista”, indica un exaltado presentador desde el plató de Tele5 a Jordi González, cómodamente sentado a algunos kilómetros de Madrid delante de ese hombre-parodia. Se trata del gran momento de la semana, la esperada entrevista a Julián Muñoz, que tanta cola ha traído en los últimos días.

El personaje corrupto emergiendo de una pantalla en el centro del plató. Una conexión en directo. Un público repleto de ansiosos por silbar y acusar. Que no dudaron en figurar entre los presentes. Y que probablemente recibieron consignas de comportamiento. Todo ello precedido del escándalo de haberse pagado dicha entrevista con más de 350.000 euros. Tribunales de por medio. Ascensión del escándalo ¿Resultado? Publicidad garantizada y éxito de audiencias. (auguro)

¿Queda más? Si, queda muchísimo más. La cinta en azul que se pasea insistente por el fondo del aparato para enmarcar los mejores titulares. Los momentos de un entierro, si cabe falta, para aumentar la efectividad de la emoción llamada a pantalla. Reproches, documentos para el análisis de las entrañas jurídicas, un equipo de “periodistas”, imputados por el caso en cuestión y demás individuos dispuestos a obtener el máximo de detalles del mínimo de la decencia. No, señores, el invitado no es Julián Muñoz, el invitado de la noche es el morbo.

Y por sorpresa (relativa sólo, a estas alturas y más en viernes), observo que el morbo es también el protagonista de otros shows. En este caso, no es Tele 5, pero sí su hermano gemelo en llamar al espectáculo, Antena3, que para compensar la exclusiva de la competencia se lanza a una carta que de actualidad tiene poco. La presencia del “primer hombre embarazado” como coincidieron en titular todos los medios al referirse a Thomas Beatie, el transexual estadounidense que hace unos meses anunció en el programa de Oprah Winfrey, encontrarse en el quinto mes de gestación.

Sabemos que quedarse en casa el viernes puede resultar apoteósico. Aunque algunas veces el aparato supera incluso las expectativas más torpes. Que la televisión vive del espectáculo lo sabemos des de hace años, que tenemos la alternativa de cambiar de canal, también. Lo que a veces sorprende es que exista quien no tenga reparo ni en vender la dignidad. Aunque pensándolo bien, en un mundo donde las declaraciones tienen precio, no es de extrañar que lo tenga también el alma.

Y sin alma se quedan muchos de los participantes de “El juego de tu vida”, esa maravilla de la nueva era, que coloca en el estrato a ciudadanos hambrientos de dinero a cambio de hacer públicas sus intimidades. Es verdad que tiene usted problemas sexuales que dejan insatisfecha a su mujer? Que encuentra más atractiva a su cuñada que a su esposa? Que considera a su marido un ‘pobre diablo’? Que aprovecha su trabajo de vigilante de seguridad para masturbarse? Y la mejor… Es verdad que le ha sido infiel a su pareja? No. ¿No? Anda, mentira y pá casa. Sin dinero ni sin dignidad. Porque la suya pertenece ahora a todos los españoles. y el bolígrado parece que nunca miente.

Cuanta razón tiene Iñaki Gabilondo al anunciar esta semana que la televisión “ya ha entrado en el mundo del espectáculo”. ¡¡Pero cuanto hace ya que lo hizo!! Son los beneficios de la libertad de prensa, de existir cadenas privadas, de no tener un Consejo Audiovisual Español y de que nos guste tanto el morbo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Sería más interesante llevarle la contraria en su blog, abrir debates, pero sabe que me cuesta en tanto que compartimos visión del mundo y por eso es mi amiga del alma vaya donde vaya.
Sólo dos apuntes me permito.

Una frase que de tan repetida se ha convertido en una de esas mentiras verdaderas. Se hace la televisión que el público pide. Usted y yo sabemos que es mentira. Quién es capaz de resistirse a mirar un accidente que acaba de suceder en la calle? Pero, si nos preguntaran fríamente...quiere usted ver accidentes cada día al lado de su casa o prefiere que le enseñemos como se hace una tarta o que le contemos un chiste, que contestaríamos?

Por otro lado, aunque parezca que me contradigo, creo que una televisión enferma refleja una sociedad enferma. Que una televisión violenta, morbosa, inmoral a veces, refleja una sociedad con esas mismas características.

En fin, que dios (o quien sea), la salve.

dd

Anónimo dijo...

Con blogs como "Viaje a Kalima", no me hace falta encender la tele...