viernes, 21 de noviembre de 2008

La lección de Binta


Binta tiene 7 años, vive en Senegal, en una pequeña aldea junto al río Casamance, donde las casas entienden poco de decoración y las escuelas son casi un privilegio. Su padre es un humilde pero astuto pescador. Un día uno de sus vecinos le muestra un reloj conseguido en un viaje a Europa, donde –le explica- se pesca con grandes redes y barcos que detectan los bancos de peces.

Sumido en una gran preocupación, el padre de Binta empieza entonces una travesía burocrática para llevar su mensaje a las diferentes autoridades de la región. Visita al subprefecto, quien le deriva al prefecto, que a su vez le deriva al gobernador de la región. Cuando éste finalmente le atiende, el padre de Binta le hace llegar su propuesta: ha decidido que como en Europa van a morirse los peces en masa, los árboles, la gente vive obsesionada con la hora y la productividad, considera que sería una buena idea adoptar a un “blanco” para que vaya a vivir a África.

Lejos de pretender hablar en lengua de dogma, “Binta y la gran idea”, documental grabado en 2004 por Javier Fesser para la UNICEF, incita en tan sólo 30 minutos a reflexionar sobre la pertinencia del desarrollo. Ese concepto que desde hace años acuñamos en Occidente y bajo cuya vara vamos ofreciendo ayuda en los países del “tercer mundo”. Se da por sentado que nosotros ocupamos la cúspide del desarrollo mientras algunas zonas de África, Asia y América Latina todavía construyen los cimientos de sus futuras democracias.

¿Pero, estamos tan desarrollados en este nuestro mundo civilizado? A veces, lo dudo. Algunas semanas certifico que no. Que nuestro país haría bien en seguir el caso de otros países teóricamente menos desarrollados. Países capaces, por ejemplo, de juzgar las dictaduras de su pasado sin el temblor que parece invadir al Estado español. Suráfrica, Perú, Argentina, Bosnia, Croacia, Sudán y así hasta 30 países han revisado su pasado más trágico, dejando –afirmaba El País esta semana- “en evidencia la escasa implicación del Gobierno español”.

Suena realmente a ironía poco divertida e incomprensible que este país, que teóricamente asumió la democracia hace más de 70 años, no haya realizado jamás una investigación sobre los crímenes cometidos durante la Guerra Civil. Tras repartir justicia por media América Latina, Garzón ha intentado proceder finalmente aquí, pero claro, media España se le lanzó al cuello. La España donde todavía resisten 194 calles con nombres vinculados al franquismo. Ver para creer.

¿Conclusión? Se deben investigar los crímenes del franquismo pero que lo hagan otros. Los juzgados de los lugares donde se cometieron los secuestros y han aparecido las fosas. ¿Lo mejor? Las declaraciones de Zapatero de ayer jueves señalando que es un “buen dato” que el franquismo caiga en el olvido…Defiende Amnistía Internacional en un documento remitido al presidente del Gobierno, con la firma de más de 40 juristas internacionales de prestigio que “Para pasar página primero hay que leerla”. Pero no. En España no se procede así y algunas semanas parecemos estar debajo de la pirámide de los avances morales.

Porque ésta, no lo neguemos, ha sido una gran semana. Se fraguan las expectativas de tantas organizaciones de víctimas del franquismo, el PSOE se enfrenta con uno de los suyos por la placa de una monja en el Congreso, un hospital público de Madrid receta castidad en vez de preservativos para combatir el sida, nos enteramos que el Consejo Audiovisual de Cataluña regala las licencias de radio, Tele5 paga a Roldán y Julián Muñoz cantidades nada despreciables por entrevistarles, una discoteca de Valencia sortea un implante de pechos… ¡Qué gran semana!. Menos mal que aquí somos civilizados…

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Monja? ¡Yo diría monje! Sor Maravillas bien podría ser Fray Manolo...