miércoles, 6 de agosto de 2008
"Sí, acepto"
En estos días, y debido a la situación de un muy buen amigo extranjero, me he planteado una cuestión que ha dejado a más de un pariente y conocido con la boca abierta. Sí, me casaría. Me casaría para lograr que alguien, a quien además tengo más que un profundo aprecio, pudiera vivir en nuestro país de forma legal. Me han mirado con caras de sorpresa, me han alentado a que me lo pensara dos veces, me han preguntado si estaba segura.
Y yo he contestado en todos los casos. “Sí, estoy más que segura”. No del tipo de sentimiento que nos une, ni de que nuestra amistad no se resquebraje jamás. De lo que estoy convencida es del gran profesional que X es y de que merece una oportunidad en nuestro país.
Al final, les digo, no tenemos hijos en común, nada de patrimonio. Podría ser una unión puramente burocrática, que se puede romper en unos meses. Unos meses y, si uno quiere, lo único que quedaría sería un boleto de libertad para explorar los 27 países que hoy constituyen la Unión Europea. Al final, el precio no es tan alto. Es por eso que los denominados “matrimonios de conveniencia” se han disparado.
Según publicaba “El País” el pasado 28 de julio, este alza ha puesto en guardia al Ministerio de Justicia, que en 2007 paralizó casi 500 bodas de este tipo. Este año, la cifra puede elevarse a 516, lo que dista, y mucho, de los 70 casos que fueron suspendidos el año 2000. Y, aún con el riesgo, sigo pensando: Sí, me casaría. Sí, permitiría que X pudiera estar legal en nuestro país y así gozar de todos los beneficios que España, aún con su Crisis, tiene frente a otras regiones con mayores desigualdades sociales.
Y de hecho, me alegra comprobar que no soy la única que lo haría sin necesidad de dinero. Porque, las cosas están claras, la situación cambia si hablamos de la existencia de mafias que, a cambio de unos centenares de euros, te aseguran una ilegal legalidad. Pero éste no es el caso de la sevillana Ángela Moreno, de 38 años, quien admite abiertamente, en el mismo periódico mencionado, que se ha casado dos veces para que dos africanos pudieran conseguir la residencia española:
La primera, a los 22, con un inmigrante senegalés que había visto en una sola ocasión. El chico, de 24 años, se le acercó y le dijo, en francés: "O se casa usted conmigo o tengo que regresar a África en un mes". Moreno decidió aceptar la insólita proposición. Diez años después, tras el divorcio, un marroquí vino a ella con las mismas intenciones. Y volvió a acceder. "Sí, cambié mi estado civil para que ellos pudieran quedarse en España. Sin más historias", dice con rotundidad esta mujer que se declara "involucrada con la inmigración y las fronteras, activista política y comprometida con los derechos de todos" (El País, Sociedad, 28-07-2008).
Y es que pensar en quedarse en España sin tener las espaldas cubiertas con un sello que te autorice la residencia ha dejado de ser un sueño. Más bien al contrario, se ha convertido en una pesadilla para varios miles de latinos que, desde su continente o fuera de él, siguen observando con indignación la denominada “Directiva de retorno de los inmigrantes”, aprobada por el Parlamento Europeo el pasado 18 de junio. “Primero nos conquistaron, luego explotaron nuestras tierras y ahora legislan para echarnos de su continente”, escuchaba en Perú de boca de un amigo poco después de darse a conocer la controvertida norma.
Y es que, lejos de ser considerada un éxito por lograr armonizar las distintas políticas sobre inmigración ilegal de los países miembros de la UE, aquello que se consiguió con tal norma fue armonizar la cólera de colectivos de inmigrantes y ONGs. ¿Las razones? Posibilidad de que los “sin papeles” sean retenidos en centros de internamiento hasta 18 meses mientras se tramita su expulsión. Autoridad para detenerlos con una mera orden administrativa. Negativa a regresar al país de donde fueron expulsados en 5 años. Y la gota que colmó el vaso: Autoridad para expulsar menores de 18 años no acompañados.
Que la inmigración debe ser controlada, no lo dudo. Lo que sí cuestiono es que ésta sea la mejor manera a la que puede aspirar una Europa que si buscara en su memoria, recordaría que ella también fue emigrante. Para aquellos que no lo vivieron, los invito a visitar la exposición “De la España que emigra a la España que acoge”, que se puede ver en el Centro Cultural La Nau de la Universitat de València. La muestra empieza así:
“Los españoles también fuimos emigrantes, es más, también fuimos inmigrantes ilegales. En busca de un futuro mejor, cruzamos océanos y fronteras, para empezar de nuevo en un lugar ajeno. España ha cambiado tanto, que hoy nos cuesta reconocernos en la mirada de esos otros, los que hoy vienen a nuestro país con idéntico propósito, con la misma historia a cuestas que, hace apenas unos años, portaron consigo millones de hombres y mujeres españoles”.
Y para los que no queden convencidos con el texto, la exposición recrea, a través de la instalación “Ulises”, del artista Fernando Clavería, las rudimentarias escaleras hechas con troncos que utilizaron algunos inmigrantes españoles para cruzar la valla de Melilla. Hoy, el sentido del camino a un mundo mejor se ha invertido. España acoge y no desplaza. Firma convenios de repatriación y aplaude la medida del Parlamento Europeo.
Y con todo, todavía no supera el nivel de otros países, como Italia, que ayer despertó con su ejército habiendo tomados las calles de las principales ciudades. La medida, ideada por el siempre sagaz primer ministro Silvio Berlusconi tiene como finalidad, entre otros propósitos, controlar los centros de identificación de inmigrantes. En medio de poblaciones azotadas por el calor, con escasa presencia de ciudadanos en la calle, la imagen debía parecer más un thriller que la pura realidad.
Por suerte, algunos, como la escritora Maruja Torres, prefieren ponerle humor al asunto, aunque sea a través de la parodia, ese género que aunque afilado, parece que duela menos que la cruda realidad:
–¿Oiga? ¿Está Dios? Ah, es usted. Buenas noches, sí, bien, gracias a usted.
Nos mira, con aquella sonrisa de salvaje inocencia que tenía. Y sigue:
–Era para preguntarle si usted, que todo lo puede, querría llevarse a los negros al cielo. Sí, como los angelitos negros de Machín. Luego a los magrebíes, luego a los colombianos, luego a los argentinos, luego a los peruanos, luego a los brasileños… No, no, a los del fútbol, no. Pues nada, que si puede, lo intente, porque crean muchos problemas al hombre blanco, ¿sabe? Que al fin y al cabo, blancos nos creó usted, y mire ahora qué follón tenemos con los otros. (El País Semanal - 03-08-2008 )
Muy probablemente, X buscará la forma de permanecer en nuestro país sin pasar por una “boda de conveniencia”. Pero si en cualquier momento necesitara acudir a este modo, diría sin pestañear: “Sí, acepto”.
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3 comentarios:
¡¡Hola, hola!!
Lejos de estar más de acuerdo contigo que nadie, expongo aquí una cuestión de debate...
Todos siempre decimos que es necesario el control de inmigrantes, ¿no? Incluso en tu propio texto lo citas... De acuerdo, pero siempre somos muy críticos y cínicos con cualquier medida que afecte a alguien cercano porque la encontramos desmesurada y sinsentido. Yo mismo, sin ir más lejos, me encuentro con infinidad de complicaciones para acceder a un sitio decente en Estados Unidos (país formado en su totalidad por immigrantes), ya sea para llegar a estudiar o más difícil todavía para poder obtener un trabajo... Un país siempre piensa que no necesita a la gente de otros países, ya tiene suficiente gente con la del propio país, a no ser que sean celeridades y entonces todo es fácil...
Pues entonces, si nos metemos en la piel del Gobierno, ¿cómo se puede saber a qué personas podemos dejar entrar y cuáles dejamos en la calle y las repatriamos? ¿Hacemos un todos a dentro durante un tiempo? ¿Sólo dejamos entrar a los que tengan un currículum brillante? Incluso, ¿sabiendo que es más que falso? No existen suficientes recursos para inspeccionar cada una de las personas que desea entrar en un país... Entonces, ¿qué hacemos?
Me declaro fan incondicional de "Viaje a Kalima" desde ya...
Hola!
este tema es demasiado interesante, incluso creo q se podria formar una comunidad (informal x supuesto) de personas, hombres y mujeres, q tambien acepten como tu a firmar papeles de matrimonio con tal de permitir la residencia. No tendria q ser solo de Espana, puede ser de cualquier pais de la UE, incluso de USA u otros mas igual de restrictivos en sus leyes migratorias.
Ya sabes, si alguien lo hace, yo tengo la patente de la idea.
Finalmente, la movilidad de personas es un derecho universal, digamos q nadie tiene "la culpa" (o "la suerte") de nacer donde nacio.
PD: Felicitaciones x el blog!!!
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