martes, 28 de septiembre de 2010

Diario de Uganda: Una mirada desalentadora


La economía ugandesa ha experimentado en los últimos años un importante crecimiento, con un aumento del productor interior bruto del 7,3% de promedio entre 1990 y 2008, según datos gubernamentales.

La reforma monetaria, llevada a cabo desde el acceso al poder de Yoweri Museveni en 1986, así como el incremento de los precios de los cultivos de exportación –el principal de los cuales es el café- y los productos derivados del petróleo, junto con una mejora de los salarios de los funcionarios, permitieron estabilizar la economía.

Contribuyeron a ello también una inversión continua en infraestructuras, mayores incentivos para la producción y las exportaciones, el control de la inflación, la mejora de la seguridad nacional y las facilidades para que regresaran los empresarios indios, exiliados durante el gobierno de Idi Amín.

A pesar de ello, la realidad de Uganda sigue siendo tristemente desalentadora. De los 31,6 millones de habitantes que tiene el país casi un 75% vive con menos de dos dólares al día y un 31% es pobre. Ello supone unos 8,4 millones de ugandeses, de los cuales 7 millones están sumergidos en el pozo de la pobreza crónica.

Los datos del país revelan además que un 10% de los niños menores de 5 años no desayunan. La realidad -cruda de por sí- empeora en el ámbito rural, donde un 9% de la población solo puede comer una vez al día. Si bien el Gobierno asegura que el panorama ha mejorado, en Uganda la esperanza de vida sigue siendo de poco más de cincuenta años, 53 para ser exactos.

Escucho estos datos mientras asistimos, con Lydia, a la presentación del Plan de Ampliación de la Protección Social, que acaba de lanzar el Ministerio de Género, Trabajo y Desarrollo Social. Entre discurso y discurso –todo muy pomposo a pesar de la información que se presenta- pienso le espera un arduo trabajo al Gobierno. Pues en la actualidad el Ejecutivo solo garantiza protección social a un 5% de los trabajadores activos.

Si tenemos en cuenta que en menos de seis meses habrá elecciones generales en Uganda, no suena descabellado entender el plan como una medida de propaganda gubernamental. Museveni, que el próximo año cumplirá 25 años en el Gobierno, no ha mostrado ninguna voluntad de querer abandonar el poder. Cuando pregunto en la oficina si creen que volverá a ganar los comicios me dicen: “Tiene todos los instrumentos para manipular las elecciones…”.

Gabriel Opio, el ministro de Género, Trabajo y Desarrollo Social, niega que el plan tenga fines electorales. Habla des del salón del Hotel Serena, uno de los más lujosos de la capital. Después de él lo hace el segundo viceministro del Gobierno, Henry Kajura, que destina 20 minutos a justificar el programa entre broma y broma. El programa consistirá en entregar en efectivo un aproximado de 7 Eur mensuales a 60.000 familias.

Se pasa un vídeo que justifica el éxito de los programas de transferencias en efectivo en otros países, entre los cuales Zambia, Mozambique y Lesotho. “Cuando los pobres reciben el dinero lo primero que hacen es gastarlo en comida”, explica uno de los expertos en la proyección. Lo miro con escepticismo, sin saber muy bien qué creer, acordándome de Claudia de Prensa Libre, que más de una vez propuso documentar qué pasaba con el dinero de las remesas que mandaban los migrantes.

No tengo muy claro que la entrega de billetes sea la mejor manera de solucionar la extrema pobreza. Ni que quienes hablan, desde este salón con estos trajes, la hayan vivido de cerca. Pienso en Robert y su enfado con los organismos internacionales, presentes en el Hotel Serena. Me acuerdo también de Guatemala, donde más de una vez se robaron dinero de programas de asistencia social.

Suspiro. Dejar de creer no es la opción. Al final las cifras revelan que el número de pobres en el mundo disminuye. Y de alguna manera, aunque sea muy lentamente, el mundo mejora. Me aplico entonces mi propia medicina. Ese convencimiento de que no son las organizaciones sino las personas las que logran las transformaciones. A veces algunos organismos están liderados por excelentes profesionales. Y entonces las cosas cambian y los incrédulos creen.

‎"La visión sin ación no logra nada, la acción sin visión se olvida con el tiempo, la visión con acción cambia el mundo", Nelson Mandela

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