miércoles, 20 de octubre de 2010

Diario de Uganda: Regatear, un examen de honestidad

No hay nada de lo que más quisiéramos desprendernos a veces que del color de la piel. Ser blanco en un mundo negro te condiciona sin límite. Los africanos asocian los mzungu con riqueza, con poder económico, con capacidad adquisitiva. Y por ello cuando un europeo pide el precio de algo es más que lógico asumir que nos lo van a dar dos o tres más alto de lo que corresponde.

La tarea está en que el visitante sepa rebajar la tarifa a cotas más decentes. Al hacerlo no aceptamos que no podamos pagar el precio inicial, muchas veces ridículo de acuerdo al cambio del Euro. Se trata más bien de un juego de legalidad. Somos extranjeros en tu tierra sí, pero no ingenuos. Si haces que así nos sintamos y nos cargas en exceso, rechazaremos incluso seguir la conversación.

Negociando el precio de un boda en Entebbe el pasado fin de semana Colinn dejó sin oportunidad de seguir hablando a uno de estos motoristas. Le acababa de proponer pagar 8.000Sh para una distancia que se recorre en dos minutos. Irónico pero firme le dijo: “Ok, tu no tienes credibilidad, ya lo hemos visto. El siguiente, ¿cuanto nos pides?”

Era un grupo de cuatro bodas. Después de preguntar al segundo el anterior se nos aproximó. Quería llevarnos como fuera. “No, contigo ya no quiero negociar”, le soltó riéndose Colinn. El precio justo del trayecto no era superior a 3.000Sh. Nos los puso como precio el tercero de los bodas.

Presencié divertida la escena, una lección magistral de firmeza turista. “Cuando empiezan con un precio tan alto los desacredito de inmediato. Saben de sobra que se exceden incluso con un extranjero”, me dijo Colinn. La negociación es una suerte de prueba de honestidad con la que probamos al interlocutor.

Viniendo a la oficina esta mañana me he detenido a comprar un adaptador cerca del Old Taxi Park. Me ha atendido una de las seis jóvenes que miraban al horizonte, sin hacer nada, en una pequeña tienda. Le ha tomado casi 5 minutos entender lo qué necesitaba, hasta que he sacado el enchufe del portátil y se lo he enseñado.

Ha venido entonces otro de los ‘comerciales’. Ha mirado el enchufe y me ha traído un adaptador usado que acababa de sacar de dentro de la oficina.

- Toma, me dice.
- No, este no lo quiero, quiero uno nuevo, le respondo.
- Ok, te lo consigo por 15,000Sh, me dice.
- Ni de broma, te pago 5,000Sh.
- Por 8.000Sh, me propone
- No, lo máximo que pago es 5,000Sh
- Ok, dame el dinero
- No, te lo doy cuando me traigas el adaptador.

Espero 10 minutos pensando que quizás no me lo va a traer. Pero llega. Me da el aparato y le doy el billete. Concluye la negociación.

No siempre los extranjeros somos turistas, ni pertenecemos a una clase social alta, ni representamos al europeo rico. No nos hospedamos en hoteles de 4 o 5 estrellas ni cobramos por apoyar a organizaciones locales. No respondemos al prototipo de turista que viene a perseguir gorilas.

Buscamos sentir tu tierra. Si aceptas el juego a un precio razonable juntos gozaremos del placer de comprendernos.

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